MARATÓN DE SAN SEBASTIÁN, OTRA LECCIÓN EN LA VIDA
ANTECEDENTES
En agosto, a la vuelta de vacaciones, comienzo a entrenar muy suave, 3 o 4 salidas de unos 45 minutos a la semana, alargándolas hasta la hora ya para finales del mes. El último jueves de agosto, como viene siendo tradición, me apunto a la carrera de Cerceda-El Boalo-Mataelpino que tiene un recorrido de unos 15km. Me acompañan Javi, que va como una moto y Diego, que corre ese día la máxima distancia de su vida hasta el momento. Durante estas primeras semanas hacemos casi todos los entrenamientos juntos. Por esas fechas nos rondaba la idea de “a finales de agosto hay que correr una hora, a finales de septiembre dos, a finales de octubre tres y el 25 de noviembre cuatro, el maratón”.
En septiembre se acaba la jornada intensiva y es más difícil cuadrar horarios, así que los entrenamientos empiezan a ser en solitario, series en las pistas y tiradas más largas los fines de semana. Aún así hacemos intención de compartir entrenamientos Diego, Alberto y yo.
A finales de septiembre, en una salida de dos horas Diego se nos rompe y no es capaz de recuperar el ritmo de entrenamientos que requiere el maratón y se nos cae del equipo. Por el contrario sumamos a David, que no ha corrido nunca una carrera y se apunta a los 10km de San Sebastián.
Sin demasiadas competiciones en la piernas nos plantamos ante le maratón: sólo los 10km de Chiloeches en septiembre (unos 48’), Carrera de la Ciencias (unos 45’) y Medio Maratón de Cuenca (1h40’). Esta última carrera de Cuenca marcará el maratón de San Sebastián ya que termino con unas sensaciones increíblemente buenas. Me planteo hacerlo entero a 5’/km para ver sensaciones a dos semanas del maratón. Marco ese ritmo hasta el km 12 pero veo que las piernas me piden más y decido echar el resto hasta la meta haciendo 9km’s por debajo de 4’30”/km, pasando a muchos corredores y terminando muy entero. Algún km muy cerca de los 4’/km. Qué subidón… pero luego las consecuencias.
LA PREVIA
El viernes 23 ya nos vamos a San Sebastián para disfrutar del fin de semana y descansar el sábado previo a la carrera ya en tierras guipuzcoanas. Salimos en coche pronto, hacemos parada en Vitoria a comer y a sobre las cinco de la tarde ya estamos en Donostia. Descanso, pintxos, zuritos y a dormir. La peque se ha portado muy. El equipo al completo lo formamos Pilu y Alberto, Geni y David, Vero y Diego, Tatiana, Sofía y yo mismo. Hemos ido con Pilu y Alberto y el resto llegan por la noche.
La noche del viernes Sofía se pone mala y vomita varias veces, apenas nos deja dormir, así que me preocupa no llegar descansado el domingo. El sábado se centra y pasa muy buen día y duerme del tirón, así que puedo dormir “bien” la noche previa. Entrecomillo el bien porque los nervios también pasan una mala jugada en esto, pero ya se cuenta con ello.
LA PREVIA INMINENTE
A las siete y media hemos quedado para desayunar Alberto, David y yo en una salita de la pensión. Cada uno cuenta su suelo más rocambolesco, nos echamos unas risas nerviosas, comemos lo que nos entra, decidimos la ropa con la que vamos a correr, colocación de dorsales (qué emoción sólo de recordarlo), geles y a la calle. Se cumple la previsión y está lloviendo cuando nos dirigimos hacia la salida. Unos veinte minutos caminando diciendo chorradas fruto de los nervios propios la experiencia que se nos presenta. David su primer 10km, Alberto su tercer maratón y yo mi segundo, uff!!!
Ya en las inmediaciones del Estadio de Anoeta se comienza a respirar el ambiente atlético. Muchos paraguas, chubasqueros, bolsas de plástico…y nosotros a pelo. Dejamos la mochila en el guardaropa, echamos un vistazo al estadio por dentro, vemos los hinchables de meta, la pista…vaya tela, y no vamos hacia la salida que está a unos 300m de Anoeta. Nuestra gloria terminará en esa pista semiabandonada si hacemos bien las cosas.
En la salida nos despedimos de David que sale diez minutos más tarde, abrazos, deseos de suerte y palabras de ánimo. La suerte está echada.
LA CARRERA
A pesar de las buenas sensaciones que me dejó Cuenca soy consciente de que correr a 5’/km sería un suicidio y me propongo hacer la primera media en 1h55’ y la segunda en 1h50’ para intentar terminar en un 3h45’.
En el primer km las sensaciones no son muy buenas, a pesar de la lluvia tengo mucho calor, me sobra todo y me agobio un poco. Mal presagio para una carrera tan larga. Por suerte, en el km dos, justo en la puerta de la pensión, están Pilu, Geni, Vero y Diego y les doy la camiseta de manga larga, la braga, la gorra y las gafas, me sobra todo. Si no llegan a estar ahí no sé qué habría pasado.
A partir de ahí comienza la guerra psicológica conmigo mismo, me voy poniendo pequeños objetivos y ritmos en torno a los 5’30”/km. No sé el motivo pero no voy a gusto, aún así decido que hay que echar el resto y a partir del cuarto y quinto km la máquina empieza a funcionar. El km seis coincide en el estadio de Anoeta y la organización me marca un tiempo de paso de 33’, justo lo esperado. Pilu, Geni, Vero y Diego ya están por allí animando. Empiezan a pasar los km y me encontrando más a gusto. Prácticamente no para de llover en toda la mañana.
En el nueve veo a Tataina y a Sofía animándome, me hace mucha ilusión y me hacen venirme arriba. Sé que en el 11 estarán otra vez porque es una zona de bulevar que se pasa por los dos lados. Efectivamente ahí están de nuevo, qué subidón!! Primer gel y a seguir corriendo.
Siguiente objetivo, pasar la media en el tiempo marcado. De los 1h55’ plantados hago el paso en 1h51’43”. Veo la necesidad de echar el freno para conseguir el objetivo. Todo lo que dé de más lo pagaré. En el 22 pongo el reloj a cero y me planteo llegar al 32 en 55 minutos. Estas pequeñas estrategias te permiten distraerte y olvidarte lo que estás haciendo.
En el nuevo paso por Anoeta ya están todos juntos Tatiana, Sofía, Pilu, Geni, Vero, Diego, incluso David que ha terminado su carrera. Sus ánimos son fundamentales. No volveré a verles hasta la meta. Recuerdo la frase de David “lo estás haciendo muy bien”, llevaba año esperándola de alguna chica y a tenido que llegar en estas circunstancias…
Bueno al lío. En el km 26 más o menos, me tomo el segundo gel. Sigo teniendo sensación de calor y en los avituallamientos me echo medio botellín de agua por la cabeza. Los km’s empiezan a hacer estragos, cada vez necesito beber más agua y Aquarius. Llego a esa pequeña meta volante que me he propuesto del km 32 he cumplido el objetivo de cubrir estos 10km den unos 55 minutos. En el 33, en la misma zona que antes me vuelvo a cruzar con Alberto, que está menos dicharachero esta vez, je, je, pero nos animamos igualmente.
Fuera están todos animándome, GRACIAS CHICOS, quedan unos 600m a meta y ya no paro de correr, entrada al estadio, media vuelta a la pista, ya están todos dentro animándome de nuevo, GRACIAS CHICOS, les veo, les saludo y hacia la línea de meta. El reloj marca 3:54:04 pero mi tiempo real es 3:52:32, HE TERMINADO MI SEGUNDO MARATÓN.
Al recoger la camiseta me encuentro con Alberto, nos abrazamos y felicitamos, me tiro al suelo, no puedo más, él ya lleva 10 minutos en reposo y se nota, yo me quiero morir. Me bebo un Powerade de un trago, estoy vacío. Comentamos un poco la carrera, nos planteamos estirar, pero cualquier esfuerzo por hacer algo de provecho es inútil, no hay fuerzas para nada.
LAS SENSACIONES
Mi entrada a meta es algo fría porque tengo la sensación que la he cagado por intentar una machada. Paso la tarde del domingo sin pena ni gloria, no soy capaz de dormir la siesta y la sensación es extraña, incluso un poco depresiva. Sofía requiere toda nuestra atención, muchos días fuera de su ambiente, de su casa, de sus juguetes, y no soy capaz de digerir lo que ha ocurrido durante la mañana. El lunes por la mañana salimos de vuelta, ha sido un acierto quedarnos un día más. Paramos a comer en Burgos, justo donde se gestó esta locura y todo empieza a recobrar sentido. Pero no es hasta que llegamos a casa y descansamos cuando realmente empiezo a saborear el logro conseguido, mis segundo maratón, en menos de 4h, un sueño hecho realidad impensable hace unos años, he corrido 42.195 putos metros, es para estar muy feliz y orgulloso. Lo he hecho en la mejor compañía posible, Tatiana y Sofía han soportado mis ausencias durante muchas mañanas y tardes para que pudiera entrenar y me han acompañado por la calles de San Sebastián. A ellas les dedico este maratón. Con Alberto llevo dos de dos en maratones. Con David seguro que comparto muchas más carreras, ha terminado su primer 10km en 49’ y le veo enganchado. Diego, conocido como La Gacela de Marchamalo, se ha quedado con la miel en los labios, lo ha vivido desde la barrera con mucha envidia. En cuanto se recupere estará dando zancadas. Y los ánimos de Pilu, Vero y Geni han sido una alegría y una motivación en cada paso por Anoeta. Gracias a todos por este fin de semana inolvidable.
Otros que me han ido dando ánimos en los días previos y me han felicitado después han sido Julio, mi hermano, Víctor, que por una semana no hemos compartido maratón, Iván, Paloma y Dani de Velociráptor, Javi y Patri, Julio el runner de Leganés…seguro que me dejo a alguno. Gracias por vuestros mensajes y llamadas, todos me habéis empujado hacia la meta.
EPÍLOGO
La experiencia de este maratón no ha sido la carrera en sí, ha sido pasar inolvidables momentos con muy buenos amigos, compartir horas de coche, risas, batallitas, pintxos, zuritos, txacolís, nervios…cosas importantes que hacen que la carrera en si haya sido una mera anécdota. Una anécdota en forma de lección sobre el maratón pero también sobre la vida en sí misma porque esta experiencia es extrapolable a la rutina diaria, a cómo afrontar dificultades personales y profesionales y superarlas con éxito.
Durante estos días he leído y escuchado frases como estas:
“La vida es eso que ocurre entre el km 0 y el 42,195”
“El maratón debes dividirlo en tres partes. Correr la primera con la cabeza, la segunda con el esfuerzo y la tercera con el corazón”
“Cuando conozco a alguien que ha corrido maratones pienso que esa persona merece la pena, que no es un cualquiera que deja pasar la vida”, se lo decía un corredor a una corredora durante la carrera.
Básicamente se gesta la idea de correr un maratón este otoño
durante un fin de semana loco en Burgos en el mes de junio. La noche nos
confunde y nos comprometimos a correrlo aunque algunos se quedaron en el camino
por distintos motivos que no vienen al caso. Tras analizar sin rigor alguno las
opciones, la decisión es correr en San Sebastián, descartando Zaragoza, Valencia o Castellón.
En agosto, a la vuelta de vacaciones, comienzo a entrenar muy suave, 3 o 4 salidas de unos 45 minutos a la semana, alargándolas hasta la hora ya para finales del mes. El último jueves de agosto, como viene siendo tradición, me apunto a la carrera de Cerceda-El Boalo-Mataelpino que tiene un recorrido de unos 15km. Me acompañan Javi, que va como una moto y Diego, que corre ese día la máxima distancia de su vida hasta el momento. Durante estas primeras semanas hacemos casi todos los entrenamientos juntos. Por esas fechas nos rondaba la idea de “a finales de agosto hay que correr una hora, a finales de septiembre dos, a finales de octubre tres y el 25 de noviembre cuatro, el maratón”.
En septiembre se acaba la jornada intensiva y es más difícil cuadrar horarios, así que los entrenamientos empiezan a ser en solitario, series en las pistas y tiradas más largas los fines de semana. Aún así hacemos intención de compartir entrenamientos Diego, Alberto y yo.
A finales de septiembre, en una salida de dos horas Diego se nos rompe y no es capaz de recuperar el ritmo de entrenamientos que requiere el maratón y se nos cae del equipo. Por el contrario sumamos a David, que no ha corrido nunca una carrera y se apunta a los 10km de San Sebastián.
Sin demasiadas competiciones en la piernas nos plantamos ante le maratón: sólo los 10km de Chiloeches en septiembre (unos 48’), Carrera de la Ciencias (unos 45’) y Medio Maratón de Cuenca (1h40’). Esta última carrera de Cuenca marcará el maratón de San Sebastián ya que termino con unas sensaciones increíblemente buenas. Me planteo hacerlo entero a 5’/km para ver sensaciones a dos semanas del maratón. Marco ese ritmo hasta el km 12 pero veo que las piernas me piden más y decido echar el resto hasta la meta haciendo 9km’s por debajo de 4’30”/km, pasando a muchos corredores y terminando muy entero. Algún km muy cerca de los 4’/km. Qué subidón… pero luego las consecuencias.
LA PREVIA
El viernes 23 ya nos vamos a San Sebastián para disfrutar del fin de semana y descansar el sábado previo a la carrera ya en tierras guipuzcoanas. Salimos en coche pronto, hacemos parada en Vitoria a comer y a sobre las cinco de la tarde ya estamos en Donostia. Descanso, pintxos, zuritos y a dormir. La peque se ha portado muy. El equipo al completo lo formamos Pilu y Alberto, Geni y David, Vero y Diego, Tatiana, Sofía y yo mismo. Hemos ido con Pilu y Alberto y el resto llegan por la noche.
La noche del viernes Sofía se pone mala y vomita varias veces, apenas nos deja dormir, así que me preocupa no llegar descansado el domingo. El sábado se centra y pasa muy buen día y duerme del tirón, así que puedo dormir “bien” la noche previa. Entrecomillo el bien porque los nervios también pasan una mala jugada en esto, pero ya se cuenta con ello.
LA PREVIA INMINENTE
A las siete y media hemos quedado para desayunar Alberto, David y yo en una salita de la pensión. Cada uno cuenta su suelo más rocambolesco, nos echamos unas risas nerviosas, comemos lo que nos entra, decidimos la ropa con la que vamos a correr, colocación de dorsales (qué emoción sólo de recordarlo), geles y a la calle. Se cumple la previsión y está lloviendo cuando nos dirigimos hacia la salida. Unos veinte minutos caminando diciendo chorradas fruto de los nervios propios la experiencia que se nos presenta. David su primer 10km, Alberto su tercer maratón y yo mi segundo, uff!!!
Ya en las inmediaciones del Estadio de Anoeta se comienza a respirar el ambiente atlético. Muchos paraguas, chubasqueros, bolsas de plástico…y nosotros a pelo. Dejamos la mochila en el guardaropa, echamos un vistazo al estadio por dentro, vemos los hinchables de meta, la pista…vaya tela, y no vamos hacia la salida que está a unos 300m de Anoeta. Nuestra gloria terminará en esa pista semiabandonada si hacemos bien las cosas.
En la salida nos despedimos de David que sale diez minutos más tarde, abrazos, deseos de suerte y palabras de ánimo. La suerte está echada.
LA CARRERA
A pesar de las buenas sensaciones que me dejó Cuenca soy consciente de que correr a 5’/km sería un suicidio y me propongo hacer la primera media en 1h55’ y la segunda en 1h50’ para intentar terminar en un 3h45’.
En el primer km las sensaciones no son muy buenas, a pesar de la lluvia tengo mucho calor, me sobra todo y me agobio un poco. Mal presagio para una carrera tan larga. Por suerte, en el km dos, justo en la puerta de la pensión, están Pilu, Geni, Vero y Diego y les doy la camiseta de manga larga, la braga, la gorra y las gafas, me sobra todo. Si no llegan a estar ahí no sé qué habría pasado.
A partir de ahí comienza la guerra psicológica conmigo mismo, me voy poniendo pequeños objetivos y ritmos en torno a los 5’30”/km. No sé el motivo pero no voy a gusto, aún así decido que hay que echar el resto y a partir del cuarto y quinto km la máquina empieza a funcionar. El km seis coincide en el estadio de Anoeta y la organización me marca un tiempo de paso de 33’, justo lo esperado. Pilu, Geni, Vero y Diego ya están por allí animando. Empiezan a pasar los km y me encontrando más a gusto. Prácticamente no para de llover en toda la mañana.
En el nueve veo a Tataina y a Sofía animándome, me hace mucha ilusión y me hacen venirme arriba. Sé que en el 11 estarán otra vez porque es una zona de bulevar que se pasa por los dos lados. Efectivamente ahí están de nuevo, qué subidón!! Primer gel y a seguir corriendo.
Ahora toca centrase porque hasta el nuevo paso por Anoeta,
más o menos en el km 24, no volverán a estar los animadores. En el 15 me cruzo con Alberto, me saca unos 3-4
minutos, nos damos ánimos y chocamos la mano. Me pregunta “¿vas bien, no?”, y
le balbuceo que sí.
Siguiente objetivo, pasar la media en el tiempo marcado. De los 1h55’ plantados hago el paso en 1h51’43”. Veo la necesidad de echar el freno para conseguir el objetivo. Todo lo que dé de más lo pagaré. En el 22 pongo el reloj a cero y me planteo llegar al 32 en 55 minutos. Estas pequeñas estrategias te permiten distraerte y olvidarte lo que estás haciendo.
En el nuevo paso por Anoeta ya están todos juntos Tatiana, Sofía, Pilu, Geni, Vero, Diego, incluso David que ha terminado su carrera. Sus ánimos son fundamentales. No volveré a verles hasta la meta. Recuerdo la frase de David “lo estás haciendo muy bien”, llevaba año esperándola de alguna chica y a tenido que llegar en estas circunstancias…
Bueno al lío. En el km 26 más o menos, me tomo el segundo gel. Sigo teniendo sensación de calor y en los avituallamientos me echo medio botellín de agua por la cabeza. Los km’s empiezan a hacer estragos, cada vez necesito beber más agua y Aquarius. Llego a esa pequeña meta volante que me he propuesto del km 32 he cumplido el objetivo de cubrir estos 10km den unos 55 minutos. En el 33, en la misma zona que antes me vuelvo a cruzar con Alberto, que está menos dicharachero esta vez, je, je, pero nos animamos igualmente.
Aquí viene un punto de inflexión y la mente me juega una
mala pasada. Me vienen a la cabeza las sensaciones de Cuenca a partir del km de
12 de aquella carrera y digo “si me sale ahora la jugada hago una buena marca y
todo”. Me tomo 2km con calma y parir del 34 decido subir el ritmo. ERROR FATAL.
No es lo mismo llegar con 12 que con 32 km’s en las piernas. Aguanto un poco
más fuerte 3 o 4 km’s y tengo que bajar el pistón. En el 39 gran crisis que no
me deja correr, sólo puedo avanzar andando. Tengo la sensación de que la he
cagado, que me voy a tener que retirar o que voy tardar una hora en cubrir lo
que me queda hasta meta. Van cayendo minutos… y me siento fatal. En el 40 y
pico hay un avituallamiento, paro, me bebo una vaso de Aquarius entero, pero
bien bebido, no echado por la cara como cuando vas corriendo, me mentalizo,
pienso en todo el esfuerzo realizado para llegar hasta allí y mis piernas
comienzan a correr, despacio pero corren y consigo llegar a Anoeta.
Fuera están todos animándome, GRACIAS CHICOS, quedan unos 600m a meta y ya no paro de correr, entrada al estadio, media vuelta a la pista, ya están todos dentro animándome de nuevo, GRACIAS CHICOS, les veo, les saludo y hacia la línea de meta. El reloj marca 3:54:04 pero mi tiempo real es 3:52:32, HE TERMINADO MI SEGUNDO MARATÓN.
Al recoger la camiseta me encuentro con Alberto, nos abrazamos y felicitamos, me tiro al suelo, no puedo más, él ya lleva 10 minutos en reposo y se nota, yo me quiero morir. Me bebo un Powerade de un trago, estoy vacío. Comentamos un poco la carrera, nos planteamos estirar, pero cualquier esfuerzo por hacer algo de provecho es inútil, no hay fuerzas para nada.
LAS SENSACIONES
Mi entrada a meta es algo fría porque tengo la sensación que la he cagado por intentar una machada. Paso la tarde del domingo sin pena ni gloria, no soy capaz de dormir la siesta y la sensación es extraña, incluso un poco depresiva. Sofía requiere toda nuestra atención, muchos días fuera de su ambiente, de su casa, de sus juguetes, y no soy capaz de digerir lo que ha ocurrido durante la mañana. El lunes por la mañana salimos de vuelta, ha sido un acierto quedarnos un día más. Paramos a comer en Burgos, justo donde se gestó esta locura y todo empieza a recobrar sentido. Pero no es hasta que llegamos a casa y descansamos cuando realmente empiezo a saborear el logro conseguido, mis segundo maratón, en menos de 4h, un sueño hecho realidad impensable hace unos años, he corrido 42.195 putos metros, es para estar muy feliz y orgulloso. Lo he hecho en la mejor compañía posible, Tatiana y Sofía han soportado mis ausencias durante muchas mañanas y tardes para que pudiera entrenar y me han acompañado por la calles de San Sebastián. A ellas les dedico este maratón. Con Alberto llevo dos de dos en maratones. Con David seguro que comparto muchas más carreras, ha terminado su primer 10km en 49’ y le veo enganchado. Diego, conocido como La Gacela de Marchamalo, se ha quedado con la miel en los labios, lo ha vivido desde la barrera con mucha envidia. En cuanto se recupere estará dando zancadas. Y los ánimos de Pilu, Vero y Geni han sido una alegría y una motivación en cada paso por Anoeta. Gracias a todos por este fin de semana inolvidable.
Otros que me han ido dando ánimos en los días previos y me han felicitado después han sido Julio, mi hermano, Víctor, que por una semana no hemos compartido maratón, Iván, Paloma y Dani de Velociráptor, Javi y Patri, Julio el runner de Leganés…seguro que me dejo a alguno. Gracias por vuestros mensajes y llamadas, todos me habéis empujado hacia la meta.
EPÍLOGO
La experiencia de este maratón no ha sido la carrera en sí, ha sido pasar inolvidables momentos con muy buenos amigos, compartir horas de coche, risas, batallitas, pintxos, zuritos, txacolís, nervios…cosas importantes que hacen que la carrera en si haya sido una mera anécdota. Una anécdota en forma de lección sobre el maratón pero también sobre la vida en sí misma porque esta experiencia es extrapolable a la rutina diaria, a cómo afrontar dificultades personales y profesionales y superarlas con éxito.
Durante estos días he leído y escuchado frases como estas:
“La vida es eso que ocurre entre el km 0 y el 42,195”
“El maratón debes dividirlo en tres partes. Correr la primera con la cabeza, la segunda con el esfuerzo y la tercera con el corazón”
“Cuando conozco a alguien que ha corrido maratones pienso que esa persona merece la pena, que no es un cualquiera que deja pasar la vida”, se lo decía un corredor a una corredora durante la carrera.